El sueño es una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. Se trata de un estado fisiológico reversible en el que se reduce el nivel de vigilancia y disminuyen la percepción y la capacidad de respuesta a los estímulos ambientales. Su alternancia con el estado de vigilia es rítmica y circadiana; es decir, se corresponde con un ciclo diario y responde, principalmente, a la luz y la oscuridad.
El sueño es un proceso complejo en el que el cerebro pasa por distintas fases que constituyen ciclos. Un ciclo de sueño está integrado por 4 fases de sueño no REM y por una fase de sueño REM (Rapid Eye Movement) o sueño paradójico. Un ciclo completo de sueño dura alrededor de 90 a 100 minutos y, como promedio, en un anoche de sueño una persona tiene cuatro o cinco ciclos de sueño. En la tabla 1 se describen las distintas fases de un ciclo de sueño.
Los trastornos del sueño son problemas relacionados con el acto de dormir, que incluyen; dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormido (insomnio, el problema más prevalente); quedarse dormido en momentos inadecuados (problemas con el ritmo del sueño); domir demasiado (hipersomnia), y conductas anormales durante el sueño (parasomnias).
Los patrones del sueño van cambiando con la edad. En los bebés y niños más pequeños, el sueño está repartido a lo largo del día en varios ciclos de corta duración, y la fase REM ocupa la mayor parte de la noche, ya que es en esta fase cuando se segrega la hormona del crecimiento y otras hormonas relacionadas con el crecimiento y el desarrollo cognitivo del niño. En la primera infancia, los niños necesitan dormir más horas por la noche y alguna siesta a lo largo del día. Con los años, aumentan las horas de vigilia y disminuye el tiempo del sueño no REM respecto al REM. A medida que se envejece pueden aumentar las dificultades para iniciar el sueño y aparecen despertares nocturnos que se vuelven más frecuentes y de mayor duración. Durante el día, debido a esta disminución del sueño profundo y reparador, aumenta la somnolencia diurna y se producen pequeñas siestas involuntarias en situaciones de reposo. Todo ello obedece principalmente a que los mecanismos que regulan la vigilia y el sueño pierden eficacia. A pesar de todo, las circunstanias y condiciones personales son determinantes en los patrones y en la calidad del sueño, de modo que hay personas mayores sin problemas de sueño y personas jóvenes con dificultades para dormir.
Existen varias clasificaciones, aunque las más utilizadas son las que clasifican el insomnio en función de si existe o no una causa asociada, en función de su duración o en función de sus características.
En función de si existe o no una causa asociada:
- Insomnio primario: cuando no se identifica fácilmente una causa o no está asociada a enfermedad.
- Insomnio secundario: aparece como consecuencia de diferentes casusas, como una enfermedad, el consumo de medicamentos o sustancias excitantes, o la existencias de problemas ambientales (ruido, temperatura) o sociales (problemas familiares y laborales, cambios de horario por trabajo, viajes, etc.).
En función de su duración
- Insomnio de corta duración. Se caracteriza por la dificultad para el inicio o el mantenimiento del sueño, lo que lleva a un descanso insatisfactorio. Dura menos de 3 meses. Puede aparecer de forma aislada o estar asociado a alteraciones mentales, a patologías orgánicas o al uso de ciertas sustancias. También puede deberse a acontecimientos o sucesos vitales (muerte de un allegado, separaciones, enfermedades, preocupaciones…) En este último caso, el insomnio suele asociarse a ansiedad o estado depresivo.
- Insomnio crónico. Se caracteriza por dificultades en el inicio o el mantenimiento del sueño. Se produce más de 3 veces por semana y al menos durante 3 meses. Se puede presentar aislado o como una comorbilidad de alteración mental, patología general o uso de sustancias.
En función de sus características
- Insomnio de Conciliación. Se caracteriza por la dificultad para iniciar el sueño. Suele relacionarse con estados de hipervigilancia o ansiedad.
- Insomnio de mantenimiento (desvelos o despertares frecuentes). Es muy frecuente en las personas mayores, y consiste en que el sueño se interrumpe con frecuencia durante periodos más o menos prolongados. También puede estar relacionado con ansiedad aguada o transitoria, estado depresivo oculto o necesidad de orinar.
- Despertar precoz. Quienes lo padecen refieren despertarse antes de lo que hacían anteriormente sin posibilidad (o con dificultad) de volver a conciliar el sueño. Suele asociarse con la edad y, en ocasiones, con la mala utilización de somníferos.
Hay muchos factores que intervienen en la aparición y mantenimiento del insomnio. Los factores desencadenantes más comunes son el sexo femenino, la edad, los factores genéticos, las situaciones que inducen estrés, el estado de salud, los tratamientos farmacológicos, los factores ambientales y el cambio de usos horarios. No obstante, debemos considerar también la mala higiene del sueño y los factores que contribuyen a prologar el insomnio, oco son el mieod a no dormir y los hábitos erróneos.
Según la Sociedad Española del Sueño, el insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en la población general y no de los motivos consulta más habituales en las Unidades del sueño.